Quiero encontrar el vértice del cielo,
la voz dorsal donde convergen precipicios;
quiero viajar por los nervios del celaje
y ser el agua que se escurre por tus dedos.
Quiero saltar de gota en gota de una lluvia,
hasta encontrar la que te alivie la pupila;
el cielo negro aun más claro que el silencio,
el vendaval arrastrándote a la vida.
Quiero los días de tormenta que hagan falta
para que el barro te proponga una utopía.
Que la razón sea un instinto y no un proyecto,
y que nunca te convenzan las guaridas.
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