Laleft

"Soy enemigo de mí y soy amigo de lo que he soñado que soy".

lunes, abril 25, 2005

 
¿Odio su libertad u odio amar su libertad?
¿Odio su seguridad u odio amar su seguridad?
¿Odio su recuerdo u odio amar su recuerdo?

¿Odio a Marión o me odio a mí?

lunes, abril 18, 2005

 
Hoy me arrimé hasta Plaza Francia. Me había quedado ese gusto a Marión pegado en el paladar desde el otro día que estuve haciendo fuerza con la cabeza para recordar -o descubrir- las cosas que nos gustaba hacer juntos. Y la verdad es que por más que pensé y pensé no lo supe a ciencia cierta. Al intentar contextualizar a Marión las ideas y los pensamientos se me hacen una ensalada. Y al final no puedo saber si de las cosas que yo disfrutaba se apoderó Marión, o si las cosas se impregnaron de ella.
Ya lo dije, quiero que me devuelva mis sentimientos. Quiero volver al Bellas Artes y prestarle atención a los cuadros. Al menos recordarlos sin el perfil de Marión en el rabillo del ojo.
Pasé por la feria y por el puente de Figueroa Alcorta, caminé algunos peldaños de la Facultad de Derecho, volví a la plaza y me quedé en la parte alta, atrás de los juegos, a ver cómo la gente hacía trabajar ese corazón verde azulado que es la Recoleta. Y así, de golpe, sin razón (o quizás la de haber visto una pareja de adolescentes que intentaban sacar un pucho del atado sin soltarse las manos) supe la clave que me devolvería lo que había perdido.
Salí de la plaza por el lado Este hasta llegar un poco antes del Centro Municipal de Exposiciones, me tomé el 67, me senté en un asiento doble, y aunque tuviese a una vieja al lado en lugar de Marión, fui charlando con su recuerdo, sin mirar por la ventanilla. Le di un beso en cada cruce de avenidas (no, a la vieja no), y bajé en Balbín, frente al Parque Sarmiento. La acompañé hasta su casa por la tibia soledad de Saavedra. Me detuve en el umbral de su antigua casa, la abracé con el corazón y me dolieron los ojos. La despedí por última vez y me fui mucho más suelto. Porque antes de empezar a buscarla debía perderla del todo.

viernes, abril 15, 2005

 
Recién hoy me di cuenta de que lo que nos pasa a todo el mundo cada tanto es lo que me pasó a mí con Marión. Contra todas mis voluntades reprimidas por el pánico fui a buscarla. Pensé que si no lo hacía perdería la oportunidad para siempre.
Hoy me di cuenta de que esta ciudad no perdona los descuidos, y que si uno se desentiende de sus miedos, finalmente, nunca se lo perdona.

domingo, abril 10, 2005

 
Cuando yo cantaba Marión me escuchaba con atención, escuchaba la letra y la comentaba, y encima me decía que cantaba bien. (Si eso no es amor, yo no sé qué es).
Y entonces me la pasaba cantando cada vez que podía. Cuando íbamos caminando por las callecitas solitarias de Saavedra, o en el colectivo. Yo siempre le cantaba, y ella siempre me oía. Y cuando terminaba de entonar algo la abrazaba fuerte y la llenaba de besos. Era mi momento feliz.
Ahora ya no canto para nadie. A veces para mí cuando estoy solo. Me da vergüenza cantar si alguien me mira.
Desde que se fue Marión el amor se ha vuelto un cuento. Mitología sentimental. Parece una leyenda urbana donde figuran recitales y museos, plazas con artesanos y vuelta al barrio en el 67. (Todo el recorrido era la despedida). Y después dormir como un angelito soñando que al otro día volvería a verla.
Marión me enseñó muchas cosas. Me mostró que la ciudad estaba llena de gente muy diferente a mí y que me gustaba conocerla. Yo no lo sabía. Ella me agarró de la mano y me animó a entrar a lugares donde nunca hubiese sospechado entrar. Me arrancó de mi mundo y me presentó uno que terminé amando. Aunque, años más tarde me daría cuenta de que lo que yo amaba era el mundo donde estaba ella.
Hoy me dio imaginar cómo sería el diálogo con Marión si finalmente la hallara. Yo no sabría hacerle preguntas de amigo. Preguntas entre frívolas y familiares, entre tontas y sensibles. Yo no sabría cómo hablarle. ¿A quién puedo engañar? Estoy perdidamente enamorado de ella.

jueves, abril 07, 2005

 
Ultimamente no tengo tiempo ni para una puteada. Y lo peor es que cuando por fin estoy por revolear un insulto, me quedo quieto y me quedo mudo. Ni hablar ni gritar puedo; tengo una lágrima atorada en la garganta.

sábado, abril 02, 2005

 
Yo no sé por qué la busco. No sé. Luis me dijo muchas veces que todo esto es un capricho. Es posible. Pero tengo mis derechos. Después de todo, este tiempo sin Marión no fue nada fácil. Marión tiene acústica. Uno habla y ella vibra. (Vibra cuando quiere). Uno grita y tiene su eco, y hace silencio y hasta el silencio suena bien. Cómo puedo estar con otra gente si las personas, casi todas, me absorben o me repelen. Si ahí donde está sentado este fulano debiera estar Marión, y esa chica que me habla de lo terrible que son los hombres enamorados tiene a Marión detrás haciéndole burlas. No puedo. Yo sé que está mal, que no debo buscarla. Pero tiene que devolverme al mundo de donde yo era; ese que tiene pies para caminar y boca para hacer sonidos.

Archivos

febrero 2005   marzo 2005   abril 2005   mayo 2005   junio 2005   julio 2005   septiembre 2005   enero 2006   febrero 2006   noviembre 2017   abril 2018  

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]