"Soy enemigo de mí y soy amigo de lo que he soñado que soy".
A veces me planteo si Marión no terminará siendo un recuerdo sensorial. Lo sentí al abrir el envase de estragón. Por un instante estuve en nuestra cocina a los besos y pollo a la sal. Pasé por allí como debe pasar un fantasma. Adopté la impresión de tener historia encerrada en frascos rotulados.
Pasado mucho tiempo, cuando me cueste recordarla, ¿Marión se resumirá en un color, un sabor, un aroma y un sonido?
Porque el tacto es -al final me pareció- el único capaz de reunirlos.